domingo, 22 de diciembre de 2013

Rovi pod starim Kranjem

Muchas veces mencionada, pero nunca ha gozado de una entrada propia. Hablo de una ciudad que visité en mi primera mañana en el país, y a la que por esto y por otras razones guardo un cariño especial. Es Kranj, la "capital" de Gorenjska y cuarta ciudad del país con una población de en torno a los 50.000 habitantes. Son incontables desde entonces las veces que he pasado por ella, tanto por las afueras como por su precioso centro histórico. Hoy tampoco voy a dedicarle todas las palabras, sino que me limitaré a una cosa concreta de las muchas que ofrece y que tenía ya muchas ganas de visitar desde hacía demasiado tiempo.

Una mañana de julio de 2009. Mi primera

El subsuelo de este centro está atravesado por unos túneles que diferentes compañías de la ciudad excavaron durante la Segunda Guerra Mundial como protección para unos ataques aéreos que nunca llegaron. Así pues, nunca fueron usados para lo que fueron creados. En consecuencia cayeron en el olvido, siendo refugio de la chavalada y demás personajes de la localidad (aún quedan rastros de las fogatas preparadas dentro), hasta que hace escasos años el ayuntamiento decidió acondicionarlos y convertirlos en protagonista de la oferta cultural de Kranj. Son varios y bastante largos, de forma circular y muy poco agobiantes. Se pueden visitar como un museo, de forma regular. Por tres euros puedes pasear por ellos y leer los numerosos paneles informativos de la historia de los túneles, además de disfrutar de una reproducción de un bombardeo aéreo. Pero si por algo destacan es por los eventos que se realizan en ellos en ocasiones especiales, como Halloween, navidades o el martinovanje. El día de San Martín (11 de noviembre) tiene un significado importante en la cultura eslovena, aunque no tanto por el sentido religioso como por el gastronómico. Hay un plato típico para esta fiesta que lleva por nombre mlinci (tiras de pan similares a la pasta), siempre acompañado de carne. Yo lo descubrí este año en el colegio y estaba bastante bueno. Pero si por algo destaca el martinovanje es por ser la fiesta del vino, pues San Martín es el patrón de la buena vendimia, realizada en Eslovenia en torno a estas fechas. Los eslovenos aprovechan la ocasión para pillarse una buena. Y como cada vez estoy más asimilado, yo no podía ser menos. Con la excusa de ver los túneles pagué una entrada de once euros para probar degustaciones de vinos (y también algunos otros productos gastronómicos artesanales) de todas las regiones eslovenas. A la entrada te daban una copa de vino conmemorativa de la ocasión y una bolsita para colgarse all cuello. Este tipo de eventos se realizan por todo el país, y se trata de ir de puesto en puesto hasta terminar como un eccehomo. Había hasta cuarenta puestos de diferentes productores vinícolas procedentes de todo el país. Hay numerosas regiones vinícolas que ofrecen diferentes tipos de vino. Intentaré hacer un breve esquema:
  • Estiria, con viñas como las de Pohorje, Gornja Radgona, Ljutomer o Haloze. Aparte de los productos de Gornja Radgona (donde se hace también cava), esta zona ofrece los blancos más típicos (chardonnay, sauvignon, moscatel y traminer, entre otros).
  • Carniola Blanca. Aquí todo gira en torno a Metlika y su metliška črnina. Curioso el contraste entre el nombre blanco de la región y el negro de su vino, que rey del alcohol durante el Schengenfest
  • La región costera, zona vinícola eslovena por excelencia y con diferentes denominaciones de origen. Destacan especialmente tanto los vinos blancos de Goriška Brda (malvasía, rebula) como los tintos de la todopoderosa empresa vinícola Vinakoper, la más grande del país. Entre sus vinos destacan el refošk, uva autóctona de esta zona y vino esloveno más famoso, y el teran, también de gran nombre y por cuya "propiedad" disputan croatas y eslovenos en los últimos tiempos.
  • Baja Carniola, o sea, Dolenjska. En esta zona el rey es sin duda el cviček, ese vino tinto ácido de dudosa calidad pero motivo de orgullo para los locales.
  • Prekmurje. En esta pequeña región se pueden encontrar viñedos en la zona de Lendava y sus colinas, zona de Prekmurje que solo vimos desde el tren.
No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Se trata de un trabajo arduo, pues son muchas las zonas vinícolas de Eslovenia y muchos los tipos de vinos. Y lejos de ser un enólogo experto, soy una persona a la que no le gusta el vino, a no ser que esté mezclado. En consecuencia, prácticamente nunca lo bebo y no tengo ni idea sobre el tema. Por eso me sorprendieron gratamente los primeros vinos que probé ese día, pues me gustaron. Especialmente destacaría el teranov liker, que curiosamente no es un vino propiamente dicho sino un licor muy rico preparado a partir del teran. Eso sí, a partir de los diez vinos probados dejé de apreciar diferencia alguna, y es que, obviamente, acabé fino.

Aunque pareza la contrario esta foto es del principio.
Por entonces no iba tocado

El horror de la Segunda Guerra Mundial supongo que no me
 lo puedo llegar a imaginar ni de lejos
Mismo punto que en la primera foto de la entrada,
quince metros bajo tierra
Aquí ya es otro cantar

sábado, 14 de diciembre de 2013

Gremo mi po svoje

"Gremo mi po svoje" ("Vamos por nuestra cuenta") fue la película patria más taquillera de la Eslovenia independizada, ocupando incluso la sexta posición del ranking que no tiene en cuenta la nacionalidad del producto. Se estrenó en 2010, pero la verdad es que no tengo ningún recuerdo de ni siquiera verla anunciada. La trama de esta comedia gira en torno a las aventuras de un campamento de verano para jóvenes en las montañas eslovenas. El caso es que tanto fue su éxito que este otoño ha llegado a las pantallas la secuela (primera secuela cinematográfica de la Eslovenia independiente) y ha sido anunciada a bombo y platillo. Así pues, me bajé de Internet la primera, pero no la conseguí a ver antes de ir al cine a ver "Gremo mi po svoje 2". Y siendo sinceros, ésta me pareció una gran mierda. Es una comedia rancia que explota de manera ridícula los estereotipos eslovenos y que pretende dirigirse a públicos de todas las edades, lo cual me parece un error, pues ni se dirige ni a niños ni a adolescentes ni a adultos. Aunque al mismo tiempo estos dos aspectos explican su tremendo éxito. La película no tiene argumento ninguno y si he de destacar algo, decir que al menos es algo diferente respecto a la tónica general del cine esloveno y que ofrece escenas preciosas de la naturaleza del país. En mi opinión, el veterano director Miha Hočevar,  pretendía hacer un Kekec actual y le sale una película que no le llega ni a la suela de los zapatos. Además, el filme tiene una pretenciosidad insultante. ¿Pero la versión inicial se salva? No. La vi unos días después para comprobarlo y ambas son exactamente iguales. Gracia me hace la necesidad de hacer una secuela que es una copia de la primera parte. Aunque supongo que esta segunda alcanzará de nuevo unos niveles de audiencia enormes. Al menos la sala estaba hasta los topes cuando yo fui a verla. Y un último dato peculiar para que os hagáis idea de la repercusión de esta película es que tiene hasta su versión X ("Gremo mi po svojo"), dirigida por Max Modic y protagonizada por La Toya, respectivamente director y actriz principales de la escasísima industria pornográfica eslovena. ¡Solo ver el trailer te muestra que hasta su versión para adultos es horrible!


Para mejorar un poco el mensaje de esta entrada y plasmar que no me olvido de las cosas aunque pasen los años y que las secuelas no son solo cosas del cine actual, doy constancia de que por fin vi la segunda parte de "Vesna", de nombre "Ne čakaj na maj" ("No esperes a mayo"). Es un perfecto ejemplo de cómo hacer una secuela que sigue el tono de la primera parte y ofrece cosas nuevas al espectador. Y eso ya se sabía hacer en el año 1957.

Esta colección en DVD
de clásicos eslovenos es una delicia

martes, 10 de diciembre de 2013

Don Felipe

No es que me haya vuelto monárquico de repente, sino que así se llama el único restaurante español de Liubliana (y supongo que, por consiguiente, de Eslovenia). Su dueño, a diferencia de en otros lugares del mundo, no es de la España profunda. Es de Croacia. Uno de us cocineros antes sí era español, pero ahora no tengo ni idea. En su día pude trabajar allí como camarero, pero decidí continuar mi camino enseñando mi idioma. El restaurante es bastante modesto, no tiene una carta especialmente grande y salvo ocasiones especiales digo yo que tampoco se llenará hasta la bandera. Su localización no ayuda mucho, algo a las afueras del centro de la ciudad. Más de tres años me ha costado comer allí, a pesar de que tenía bastantes ganas de probarlo. Y debo decir, que sin ser nada excelente, es el mejor de los pocos restaurantes españoles que he probado en el extranjero, con mucho. Fuimos a comer bastante barato a través de uno de esos magníficos cupones que se compran por Internet, y nos tomamos una paella mixta que estaba bastante buena a pesar de un color un tanto verdoso. Acompañamos con una sangría que se dejaba beber y unas patatas bravas con una salsa un poco peculiar. No es lo que uno se encontraría en el bar de la esquina. No está mal reencontrarse con sabores (o al menos, platos) conocidos de vez en cuando.